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Borges en El Bierzo: Rodanillo: un pueblo del Bierzo Alto‏

Rodanillo: un pueblo del Bierzo Alto, por Valentín Carrera

Rodanillo * Minuciosa investigación y divulgación de Benito González González * Un libro nacido de la historia cercana que duele, emociona y se siente El Bierzo tiene 346 núcleos de población: si añadimos los pueblos abandonados, los que levitan al paso

* Un libro nacido de la historia cercana que duele, emociona y se siente El Bierzo tiene 346 núcleos de población: si añadimos los pueblos abandonados, los que levitan al paso de los inspectores del catastro, como Castroforte del Baralla, y los que difusamente cambian de país o andurrial (Fornela, Ancares, La Cabrera…), según donde quiera usted poner la raya, bien podríamos decir para andar por casa que en El Bierzo hay cuatrocientos pueblos y pueblines. Si cada cual tuviera un libro como este de Rodanillo, tendríamos una inmensa y precisa, y preciosa, wikipedia berciana de 120.000 páginas, una Larousse comarcal, un Espasa medular, una Enciclopedia Británica-berciana, El Bierzo universal y entero compendiado, el sueño de Borges. Harían falta cuatrocientos bercianos que amaran cada cual a su propio pueblo tanto como Benito González González al suyo: Rodanillo. rodanillo-portada-web El título no puede ser más elemental: Rodanillo: un pueblo del Bierzo Alto-León. Un pueblo más, pero es el de Benito, y también el mío, el de mi abuelo paterno Samuel González Pestaña. De modo que me he asomado a este libro como quien se asoma a su álbum genealógico, a su código genético. Porque, en efecto, en las páginas de Rodanillo, el autor compendia las cadenas completas del ADN: todos los pares y combinaciones posibles de Adenina, Timina, Citosina y Guanina están aquí bajo la sombra nutricia del Nogalón o la Castañalona. El trabajado estudio de Benito González recapitula la microhistoria de Rodanillo, la elabora y la inserta en su contexto: Bembibre y El Bierzo Alto, con tal lujo de detalles que el lector se deja llevar al señorío eclesiástico de la Edad Media o a los pleitos de hidalgos y pecheros, como si nos estuviera contando la vida de la familia, junto al fuego. El libro, ya se dijo que es enciclopédico, lo contiene todo: la historia de las campanas y los pendones, los apellidos, la arquitectura popular y las casas singulares de Zaramallas o la rectoral, los pozos y fuentes, las cofradías, la francesada, el censo de población… todo documentado con rigor en fuentes manuscritas inéditas, espléndidas, a las que el autor ha dedicado muchas horas. Especial atención merecen dos anexos: el habla de Rodanillo y los nombres de parajes.

Defensa de nuestras raíces rurales

carreteros

El libro de Benito González, como dice Garcimartín en el prólogo, “nace de la pasión por la historia cercana, que duele, emociona y se siente”. Nace quizás de la orfandad que todos sentimos al habernos desgajado del mundo rural que, citando a Delibes, “hemos desbaratado”. El libro es también un alegato de supervivencia, una protesta en defensa de nuestras señas de identidad: ¡Eh, que somos de Rodanillo!, un respeto a los tatarabuelos, estamos aquí desde el año 1085, como mínimo; que por aquí anduvieron repoblando Ordoño I y el Conde Gatón, oiga, que pertenecimos al monasterio de Santa Marina de Montes; que el rey de León Fernando II nos regaló, con viñas y haciendas, al Obispo de Astorga; que luego fuimos del Señorío de Bembibre, y del arciprestazgo del Boeza; que en el Padrón de 1767 éramos 97 vecinos (5 clérigos, 69 nobles, 16 pecheros y 7 “sin clasificar”) y 296 habitantes.

A ver, amigos, que nuestro patrono es san Antolín: y el autor nos da el dato preciso, se menciona por primera vez en el Curato de 1625, Archivo Diocesano de Astorga, legado 68: un trabajo minucioso, encomiable, un regalo para cualquier berciano y para todo curioso, interesado en conocer los secretos del ADN de un pueblo pequeño, muy pequeño, quiero decir: inmenso.

Tradición artesana de los carreros

Así, sentidas la historia de mandas y velatorios (“Vega en 1817 encarga que asistan a su entierro doce sacerdotes y que se digan trescientas misas”; Rosa González en 1894: “Que se reparta a mi muerte, de cuerpo presente, una carga de pan centeno entre los pobres que concurran”). Nutricia la molienda de los nueve molinos harineros: Valdemolín, la Huelga, el Couto, el Refueyo (dos), el Ferrao, la Tabliña, Valdevilla y el Pontón del Souto. Nueve molinos en Rodanillo, que casi no tiene río, y población poca, pero ahí están para asombro de gentiles los datos del catastro de la Ensenada que nos dice quiénes eran los dueños, cuántos días muele al año cada molino y toda cuanta curiosidad tenga el lector. Certera la anécdota de cómo el párroco Velasco vendió las imágenes de la iglesia en los años sesenta, un saqueo repetido en tantos pueblos del Bierzo, ¡por 3.000 pesetas! Y entrañable hasta la hondura la mención a mi bisabuelo, Francisco González Caballero, “labrador, vecino de Rodanillo, apodado Francisco el dios que pujó 510 pesetas por una era de ocho fanegas el 10 de enero de 1896”, y perdió la subasta porque uno de León pujó 3.610 pesetas. El bisabuelo Francisco, padre de Samuel y Arsenio, ebanistas y carpinteros en San Román, maestros en el arte de hacer carros, como Nemesio, abuelo del autor del libro, como Rogelio Núñez, como Gabino, Cachón, Argimiro, Camilo, Eduardo, toda una saga de carreros de Rodanillo, artesanos creadores de un oficio que aquí se detalla con primor: Con las indicaciones del autor podríamos hacer hoy un carro, pieza a pieza, a la vieja usanza, y si me apuran, ya casi lo oímos cantar, que viene de la viña cargado de sarmientos. Viene cantando el buje por La Barda y La Corona, la Buzona, la Cárcaba, la Chana, Lidanos, Fontán, Ferrao, Garabitos, las Lleras, el Mayolón, los trigales de Platacida, el Pasto del Burro, los Quiñones, y la dehesa de Valdelagares o los castaños de las Vallinas.

Final para presumir de pueblo

Leyendo el anexo de los parajes, parece oírse la voz de los abuelos: hay que ir a la viña grande, soltar el agua en el prado de Gandarinas, podar la viña del Xardón; escuchamos ecos de testamentarías y partijas, de caminos y senderos hoy perdidos que iban a todas partes, porque todo el territorio era la palma de la mano, y aquí una fuente al abeseo, y allí una cabaña en las alpabardas, y más allá la guiada de un pastor, un amor furtivo, un baño en la poza, una molinera que rebinca, una copla, una navaja que afila una billarda, un carro que canta… Nunca he tenido vergüenza de decir que soy de pueblo; al contrario, presumo de ser de pueblo; pero ahora, leyendo las páginas de Rodanillo, el pueblo de mi Benito González (¡gracias por este libro hermoso!), del abuelo Samuel y de mi bisabuelo Francisco, más que presumir, voy a colocar en mi escudo heráldico una rueda de carro con doce rayos de madera de fresno o de encina, la esquilina que repica en el campanario de Rodanillo y un pendón adamascado de siete paños bordados de rojo carmesí, con una orla que diga: “soy de Rodanillo”.

Rodanillo, de Benito González González, ediciones Monte Casino, Zamora, 2010, 291 págs., con numerosas fotos e ilustraciones y anexos documentales.

Más sobre Rodanillo: http://www.rodanillo.com/

Blog Borges en El Bierzo: «Lobos en El Bierzo» de Toño Criado‏

Lectura de filandón, para compartir abuelos y nietos en torno a la hogera, una noche de luna llena…

“Lo que la loba hace, al lobo le place”. Ha venido a mis manos, primorosamente editado, el libro Lobos por El Bierzo del amigo y colega en este oficio del periodismo, Toño Criado, caballero andante de la radio y templario probado.

Digo que está editado con primor, porque Ediciones El Forastero ha cuidado el detalle: un libro que gusta al tacto, Borges diría que al olfato, y complace a la vista, el sepia cálido del interior, las granates guardas, las ilustraciones de May Criado. Son 250 páginas contundentes, hechas con mimo durante años, perla a perla. No ha quedado rincón en El Bierzo, fuente bibliográfica o tradición oral que no haya sido escudriñada por Toño Criado en su búsqueda del lobo.

Como un Félix Rodríguez de la Fuente, el amigo de los animales, Toño Criado escucha la voz de los siglos y nos transmite el aullido de la manada, caminando entre realidad y ficción, entre tradición y leyenda. Hablar ahora de lobos a los guajes, nativos digitales, es en vano: su único referente es la saga Crepúsculo. No así para los de nuestra generación y todas las anteriores, cuya memoria oral rastrea intensamente Toño Criado.

En una excursión reciente a Lago de Carucedo, el editor Paco Macías narraba cómo, siendo chaval de diez años, al volver de la escuela se cruzó cara a cara con el lobo. Diríase que antaño el lobo era como de la familia, como eran de casa el gocho destinado al mondongo o la Santa Compaña de las encrucijadas nocturnas. El lobo, el miedo, la oscuridad, la noche, el pánico, el relato, la muerte: hay que dejarse llevar por el mimo de Toño Criado para salir de estos andurriales de la web y los blogs, y regresar a la cocina de fuego, la pota renegrida sobre la trébede, las pancetas y ristras de chorizos colgadas al humo, ni una sola bombilla, y la familia en torno a la hoguera, navaja en mano, cortando el pimiento frutal sobre el pan de centeno… y alguien comienza el relato.

Como de la familia, pero fiero y con luna llena, el lobo está en el cancionero, en el refranero, en el cine y la literatura: Criado lo documenta en citas de Mestre, Carnicer, Pereira, Risco y decenas de autores. Senderos que recorren con estilo ameno las páginas de Lobos en El Bierzo, ensartando  las historias de miedo (“que viene el lobo”), los cuentos y decires populares (Xan Ponticela, los cojones del lobo, cabritín-cabritate) o los sucesos reales contados de primera mano, como la muerte de un niño en Almázara, comido por una loba en un barreiro de centeno y trigo, camino de San Miguel.

Lobos en El Bierzo es una lectura que gustará a nuestros mayores, a los que trasladará a sus recuerdos de infancia, pero es una lectura de las que gusto llamar “de filandón”, para ser compartida por nietos y abuelos, dejando que cada página tire del hilo de la memoria, mejor si asoma la luna llena por la ventana, y acabar juntos recitando a coro con La Braña el maravilloso romance de La loba parda.

mail@ebooksbierzo.com

Texto: Valentín Carrera
Foto: Batida de lobos, colección Álbum del Bierzo 
Ilustración: May Criado

Cuatro PALABRAS sobre El Bierzo (Manifiesto crítico y regeneracionista)

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Cuatro PALABRAS sobre El Bierzo es un texto imprescindible para los amantes de la cultura berciana, de un autor adelantado a su tiempo, cuyo pensamiento sigue vigente. Esta obra breve es una curiosidad y una delicia escrita en 1897 por el librepensador berciano José Castaño Posse, autor del best seller Una excursión a las Médulas, que eBooksBierzo también editará próximamente.

Miembro de la generación del 98 y digno heredero de Joaquín Costa, José Castaño, fue un filántropo de orígenes gallegos y argentinos, afincado en Cacabelos, con visión de futuro, regeneracionista. En sus obras destila indignación y crítica frente a la miseria, la incuria y el abandono del Bierzo a manos de los políticos al uso, ayer como hoy.

Cuatro PALABRAS de actualidad sobre el Bierzo, que es el título completo, describe en treinta capítulos, casi epigramas, la geografía, el clima, la riqueza del Bierzo; su producción agrícola, ganadera, mineral; para centrarse en el eterno problema de las vías de comunicación, la red de ferrocarriles y carreteras, cuestión candente a finales del siglo XIX y aún hoy. Castaño expone sus preocupaciones sociales y económicas para sacar al Bierzo de su atraso, subrayando la importancia que las vías de comunicación tienen como principal elemento dinamizador de la economía y abandera la iniciativa de buscar una salida al mar para El Bierzo.

La propuesta de Castaño Posse es la carretera de Toral de los Vados a Santalla de Oscos: un eje que vertebre el ferrocarril de Toral con el mar Cantábrico, a través de los valles de Ancares, Fornela, Oscos y Navia de Suarna. La obra muestra un buen conocimiento de toda la comarca berciana, cuya descripción Castaño hace con exactitud y amenidad.

“La unión entre la vía férrea en el Bierzo y el Cantábrico darían salida a las producciones bercianas y relanzarían la comarca, colocándola en un lugar destacado de la economía española”, escribe Carlos Fernández en su prólogo a esta edición. El sueño de José Castaño, aunque incluido en el Plan General de Carreteras de 1885, junto con la prolongación del ferrocarril desde Toral de los Vados y Villafranca hasta Ribadeo, nunca llegó a ejecutarse.

El libro se completa con un artículo escrito en el año 1912, ciertamente visionario: El Bierzo, país de turismo, donde Castaño compara la comarca berciana con una pequeña Suiza y le augura un próspero porvenir turístico.

La presente edición digital de Cuatro PALABRAS sobre El Bierzo, al cuidado de Valentín Carrera, sigue el texto preparado por el historiador Carlos Fernández Rodríguez, autor del prólogo, y se enriquece con una colección de fotos inéditas de Anxo Cabada, que podéis disfrutar en esta galería:

http://blog.ebooksbierzo.com/index.php/cuatro-palabras-sobre-el-bierzo/